En documentos ajenos al acervo de Valentín Rivero aparecen referencias, desde fines de la década de los cuarenta, de la casa comercial que fundó en Monterrey, por lo que se supone que ya desde entonces era un próspero comerciante.

Rivero fue ciudadano español hasta que murió. Se casó (en Tampico) con Octavia Gajá, hija y sobrina de españoles emigrados, como el propio Rivero.2 El matrimonio Rivero–Gajá tuvo varios hijos e hijas. Los varones fueron Valentín, Manuel y José, quienes estudiaron en Europa –en París, Londres y Viena, respectivamente– y residieron luego en Monterrey, atendiendo los múltiples negocios del padre, que iban desde un gran depósito mayorista de cuantos artículos se quisiera, hasta fábricas de hilados y tejidos, pasando por aserraderos, molinos de trigo y casa bancaria.

Muchos son los remitentes de las cartas del fondo Rivero, entre ellos: Bibí, la esposa de don Valentín; Valentín, Manuel y José, los tres hijos, que siempre mantuvieron estrecho y cariñoso contacto con el padre; Elisa, la esposa de Valentín hijo; Francisco Gajá, su tío; Mariano, un sobrino que vivía en Madrid; Eduardo, sobrino, aprendiz de comerciante en distintos establecimientos mexicanos cuyos dueños eran hispanos; Lorenzo Oliver, compatriota de don Valentín y comerciante también en Monterrey, quien se retiró de los negocios, partió a residir a París y, en 1883, el rey de España le da el título de Conde de San Juan de la Violada, al parecer por el éxito de una suerte de colonia agrícola establecida por Oliver en Barcelona;3 Matilde Ortigosa, hermana de León Ortigosa, con quien se entiende Valentín para el reparto de la herencia Ortigosa. Hay también empleados: Manuel Lafón, administrador de la fábrica de hilados y tejidos El Porvenir, y su esposa “Falla”, Rafaela, eternamente enferma, grave; Verástegui, administrador de la fábrica de hilados de la Fama; Agustina del Bosque, encargada de los telares en las fábricas de Saltillo, primero y en El Cercado después; un grupo de obreros y obreras que trabajaban en la fábrica de hilados de El Porvenir, quienes disponían de un rincón para vivir dentro de las instalaciones fabriles, además de otros trabajadores que vivían en el poblado del Cercado; muchos parientes cercanos y lejanos, empleados de oficina y dependientes, amigos del alma, amigos circunstanciales, beneficiarios, clientes necesitados, colegas, compatriotas, proveedores vueltos amigos.

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