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Abstract
Por “cartografiar el cambio” entiendo –en parte porque así me lo explicaron– un enfoque en las fronteras, especialmente aquella que es más vecina y relevante, la cual va desde Tijuana hasta Matamoros. Las fronteras –como los países, los Estados, las revoluciones– son de diversos tipos; algunas son metafóricas como las de la ciencia, la “nueva frontera” del presidente Kennedy o, en las palabras inmortales del Capitán James T. Kirk, “el espacio, la última frontera...”. Aun si descartamos las metáforas para enfocarnos en fronteras “reales”, hay varias, de las cuales Alistair Hennesy, en su valioso libro sobre la frontera latinoamericana, considera hasta ocho: las fronteras de las misiones, de los indígenas, de los cimarrones, las mineras, agrarias, ganaderas, más la “anglo-hispana” (una frontera político-cultural) y la frontera política (Hennessy, 1978).