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dc.contributor.advisorValverde Loya, Miguel Ángelen
dc.creatorGarcía Sabido, Paula M.en
dc.date.accessioned2016-09-02T11:12:09Z
dc.date.available2016-09-02T11:12:09Z
dc.date.issued2014-12-01
dc.identifier.urihttp://hdl.handle.net/11285/619660
dc.description.abstractEn las democracias presidenciales, los sistemas de pesos y contrapesos pueden limitar la ejecución de la agenda del Presidente, si éste no cuenta con mayoría en el congreso. En el caso de México, la Constitución de 1917 estableció un sistema presidencial de pesos y contrapesos inspirado en la democracia estadounidense, que dividía el poder en Ejecutivo, Legislativo y Judicial, con un congreso bicameral. No obstante, el sistema de pesos y contrapesos no limitó el poder del presidente durante los 60 años que precedieron al gobierno de Lázaro Cárdenas, debido a que el presidente en turno controlaba el partido oficial y el poder legislativo contaba con una estricta disciplina partidaria y una oposición prácticamente inexistente. A partir de la eliminación de la cláusula de gobernabilidad en 1997 y del resquebrajamiento del modelo priísta, los presidentes han gobernado en circunstancias de congreso dividido, experimentando dificultades para impulsar su programa de gobierno. Sin embargo, llama la atención que el Presidente Peña Nieto no enfrentó mayores problemas para pasar sus primeras reformas. El caso mexicano resulta pues, un caso peculiar puesto que, aún cuando las instituciones del sistema presidencial se mantienen constantes, e incluso el balance de curules entre el partido en el gobierno y los partidos de oposición en el congreso es similar con el paso de los sexenios; se percibe un cambio en la configuración del poder y en la capacidad de la administración en turno de impulsar su agenda. La experiencia de México demuestra que la separación de poderes y un gobierno dividido no son necesariamente receta para el fracaso, ni que la firma de un acuerdo multipartidista es garantía de una coalición estable. En este caso, se observa que la posibilidad de pasar legislación puede estar más relacionada con la posición que el partido en el poder tiene en el espectro ideológico, es decir su capacidad de crear coaliciones ad hoc; así como con la cohesión y disciplina que tengan tanto el partidos en el poder, como los partidos de oposición, para hacerle frente.
dc.languagespa
dc.publisherInstituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey
dc.rightsinfo:eu-repo/semantics/openAccess
dc.rights.urihttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0*
dc.titleInstituciones políticas y eficacia gubernamental : Relaciones ejecutivo-legislativo en México (2006-2014)en
dc.typeTesis de maestría
thesis.degree.levelMaestra en Análisis Político y Medios de Informaciónen
thesis.degree.disciplineEscuela de Gobierno y Transformación Públicaen
thesis.degree.nameMaestría en Análisis Político y Medios de Informaciónen
dc.subject.keywordDisciplina Partidariaen
dc.subject.keywordCohesiónen
dc.subject.keywordPresidencialismoen
dc.subject.keywordRelaciones entre Poder Ejecutivo-Legislativoen
dc.subject.keywordGobernabilidaden
thesis.degree.programSede EGAP Ciudad de Méxicoen
dc.subject.disciplineLeyes, Política y Gobierno / Law, Politics & Governmenten
refterms.dateFOA2018-03-16T11:54:11Z
html.description.abstractEn las democracias presidenciales, los sistemas de pesos y contrapesos pueden limitar la ejecución de la agenda del Presidente, si éste no cuenta con mayoría en el congreso. En el caso de México, la Constitución de 1917 estableció un sistema presidencial de pesos y contrapesos inspirado en la democracia estadounidense, que dividía el poder en Ejecutivo, Legislativo y Judicial, con un congreso bicameral. No obstante, el sistema de pesos y contrapesos no limitó el poder del presidente durante los 60 años que precedieron al gobierno de Lázaro Cárdenas, debido a que el presidente en turno controlaba el partido oficial y el poder legislativo contaba con una estricta disciplina partidaria y una oposición prácticamente inexistente. A partir de la eliminación de la cláusula de gobernabilidad en 1997 y del resquebrajamiento del modelo priísta, los presidentes han gobernado en circunstancias de congreso dividido, experimentando dificultades para impulsar su programa de gobierno. Sin embargo, llama la atención que el Presidente Peña Nieto no enfrentó mayores problemas para pasar sus primeras reformas. El caso mexicano resulta pues, un caso peculiar puesto que, aún cuando las instituciones del sistema presidencial se mantienen constantes, e incluso el balance de curules entre el partido en el gobierno y los partidos de oposición en el congreso es similar con el paso de los sexenios; se percibe un cambio en la configuración del poder y en la capacidad de la administración en turno de impulsar su agenda. La experiencia de México demuestra que la separación de poderes y un gobierno dividido no son necesariamente receta para el fracaso, ni que la firma de un acuerdo multipartidista es garantía de una coalición estable. En este caso, se observa que la posibilidad de pasar legislación puede estar más relacionada con la posición que el partido en el poder tiene en el espectro ideológico, es decir su capacidad de crear coaliciones ad hoc; así como con la cohesión y disciplina que tengan tanto el partidos en el poder, como los partidos de oposición, para hacerle frente.


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    Gobierno y Transformación Pública / Humanidades y Educación / Negocios / Arquitectura y Diseño / EGADE Business School

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