Show simple item record

dc.contributor.authorRangel, Lucía
dc.date2010/07/01en
dc.date.accessioned2016-09-02T10:34:24Z
dc.date.available2016-09-02T10:34:24Z
dc.date.issued2016-09-02
dc.identifier.issn1870-879Xen
dc.identifier.urihttp://hdl.handle.net/11285/619309
dc.description.abstractEl siglo XVIII, marcado por un libertinaje en las cortes europeas, vio nacer una literatura erótica en la pluma del Marqués de Sade en la cual se ponía en evidencia la imaginación de un goce sin ataduras ideológicas. Eso, obviamente le costó treinta años de cárcel. Un siglo después Sacher-Masoch vendrá a describir en sus novelas otro tipo de práctica erótica en la cual lo central será un goce relacionado con la esclavitud amorosa. No se podría decir que las visiones de Sade y Sacher-Masoch se complementan —como muy bien lo han señalado Gilles Deleuze y Lacan— sin embargo los psiquiatras del siglo XIX encontrarán en la lectura de estas obras literarias la justificación para crear dos cuadros nosológicos complementarios: el de sadismo y el de masoquismo. La influencia de esta visión psiquiátrica será tal, que desde entonces el sadomasoquismo se ha conceptualizado como una pareja, es decir, como dos posiciones vistas en espejo e identificadas en dos compañeros distintos que juegan en dos lados opuestos pero que a la vez se complementan. Freud se deslinda de esta idea de los opuestos al concebir la pulsión más bien como un par indisociable: el sadomasoquismo. El artículo de Freud “Pegan a un niño” (1919) será un clásico, ya que ahí se despliegan las tres etapas de la fantasía de fustigación que darán pie para que Lacan, psicoanalista francés, aborde la estructura de la pulsión como un movimiento de vaivén, para que introduzca un tercero, el Otro, y que se deseche, por lo mismo, esta idea de la complementaridad así como la tesis de que serían dos goces contrarios.
dc.formatapplication/pdfen
dc.languageesen
dc.publisherEscuela de Educación, Humanidades y Ciencias Socialesen
dc.relation.urlhttp://micampus.ccm.itesm.mx/documents/14896/138210383/en_claves_08.pdf/185b211a-bf23-497a-b26b-cd16e7448b50en
dc.rightsOpen Accessen
dc.titleEl sadomasoquismo: una estructura circularen
dc.typeArtículo/Articleen
dc.subject.keywordSadismoen
dc.subject.keywordMasoquismoen
dc.subject.keywordGoceen
dc.subject.keywordPulsiónen
dc.subject.keywordDeseoen
dc.subject.keywordObjetoen
dc.subject.keywordOtroen
dc.subject.keywordFantasíaen
dc.subject.keywordEsclavitud amorosaen
dc.subject.keywordAngustiaen
dc.subject.keywordPsiquiatríaen
dc.subject.keywordPsicoanálisisen
dc.identifier.volume4
dc.identifier.issue8, Julio-Diciembre 2010
dc.identifier.startpage29en
dc.identifier.endpage43en
dc.subject.disciplineSocial Sciencesen
refterms.dateFOA2018-03-12T12:49:41Z
html.description.abstractEl siglo XVIII, marcado por un libertinaje en las cortes europeas, vio nacer una literatura erótica en la pluma del Marqués de Sade en la cual se ponía en evidencia la imaginación de un goce sin ataduras ideológicas. Eso, obviamente le costó treinta años de cárcel. Un siglo después Sacher-Masoch vendrá a describir en sus novelas otro tipo de práctica erótica en la cual lo central será un goce relacionado con la esclavitud amorosa. No se podría decir que las visiones de Sade y Sacher-Masoch se complementan —como muy bien lo han señalado Gilles Deleuze y Lacan— sin embargo los psiquiatras del siglo XIX encontrarán en la lectura de estas obras literarias la justificación para crear dos cuadros nosológicos complementarios: el de sadismo y el de masoquismo. La influencia de esta visión psiquiátrica será tal, que desde entonces el sadomasoquismo se ha conceptualizado como una pareja, es decir, como dos posiciones vistas en espejo e identificadas en dos compañeros distintos que juegan en dos lados opuestos pero que a la vez se complementan. Freud se deslinda de esta idea de los opuestos al concebir la pulsión más bien como un par indisociable: el sadomasoquismo. El artículo de Freud “Pegan a un niño” (1919) será un clásico, ya que ahí se despliegan las tres etapas de la fantasía de fustigación que darán pie para que Lacan, psicoanalista francés, aborde la estructura de la pulsión como un movimiento de vaivén, para que introduzca un tercero, el Otro, y que se deseche, por lo mismo, esta idea de la complementaridad así como la tesis de que serían dos goces contrarios.


Files in this item

Thumbnail

This item appears in the following Collection(s)

Show simple item record